Strongmen, lo que podría traducirse como ‘Hombres fuertes’, es el título del libro de Ruth Ben Ghiat, en el que describe la forma de ser y actuar de distintos hombres autoritarios que han estado en el poder, de Mussolini a la historia actual. Independientemente de las identificaciones ideológicas, estos hombres comparten cosas, incluso con otros que no son nombrados en el libro: un fuertísimo mecanismo de propaganda, el discurso de la victimización, y la forma de ver y tratar a las mujeres.
Ser hombres que desprecian a las mujeres, no necesariamente quiere decir que no las apuntalen a puestos importantes en su gobierno, explica Ben Ghiat. “Los hombres fuertes de la actualidad pueden tolerar a las mujeres en el poder, siempre y cuando trabajen para ellos. Enfrentarse con mujeres con la misma autoridad, es una historia distinta, como bien lo sabe Angela Merkel. Los intentos de Berlusconi para humillar a la canciller alemana…Trump se rehusó a darle la mano y Putin la hizo esperar mientras quitaba la correa de su perro para desatar su miedo a estos animales”.
El primer gabinete paritario en la historia de México hacía pensar que podría ser este un sexenio mejor para las mujeres. Gracias a López Obrador, Olga Sánchez Cordero se convirtió en la primera secretaria de Gobernación. Hoy la paridad se ha borrado, hay 12 hombres y 7 mujeres. ¿Qué habrán sentido todas esas mujeres cuando escucharon al presidente desestimar la violencia de género? ¿Qué pensarán ahora que el feminicidio ha aumentado, de la mano de una estrategia que no entiende las particularidades de lo que viven las mujeres en este país? ¿Qué cara harán cada vez que escuchan a su líder hablar sobre feminismo? Todas ellas, mujeres con carreras importantes, que entienden lo que representa para nuestro género el que ellas hayan logrado llegar ahí, con un jefe imposible de contradecir.
“Entonces, vamos a seguir apoyando, protegiendo a las mujeres, cuidándolas…”, dijo López Obrador en la conferencia del 25 de noviembre. Así, mujeres-niñas, cuidadas por el gran padre, al que las cifras de feminicidio le siguen creciendo, pero insiste en protegernos, no en crear un Estado de derecho que nos permita vivir en libertad.
