Esos son los personajes que han buscado nuestro voto, se beneficiaron de él, o lo están buscando. Ellos, quienes pueden salir sonrientes a presumirse las mejores personas para mejorar el país, la única diferencia entre los que caen y los que no es el poder que representan para el partido.
Ellos
Un diputado acusado de abuso sexual, otro testimonio que se suma y deja al descubierto un modus operandi que quién sabe cuántas veces se ha repetido; el expresidente de un partido en la CDMX prófugo de la justicia por tener armada dentro del partido una red de prostitución para satisfacer sus “necesidades”; un candidato a gobernador mano larga, y una candidata obligada a salir a dar la cara y defender a su nalgueador; otro personaje, cuya candidatura ahora pende de un hilo, no por las denuncias en su contra, sino por un tema de fiscalización, acusado de violación por más de una mujer; un senador que le niega a su exesposa ver a sus hijos.
Esos son los personajes que han buscado nuestro voto, se beneficiaron de él, o lo están buscando. Ellos, quienes pueden salir sonrientes a presumirse las mejores personas para mejorar el país, la única diferencia entre los que caen y los que no es el poder que representan para el partido. Si representan mucho, en vez de victimarios serán: víctimas de persecución política, campaña sucia, o videos editados.
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La justicia no llega
En la mayoría de los casos, la justicia no llega porque es un simple aparador, que está de puesto para lucir al político en turno pero que no tiene nada que ofrecer a quien llegue a sus pies. A las víctimas no les creen, los ministerios públicos escuchan una historia y en las declaraciones escriben otra. No se entiende si es producto de la desidia, la sobrecarga de trabajo, la corrupción o las tres al mismo tiempo.
Los partidos solapan estos comportamientos porque los dirigen hombres, que no lo consideran tan grave, o que han visto estos comportamientos como algo común, que cuando lo sepan, moverán la cabeza de un lado a otro, discretamente para que no parezca un acto de indignación pero ligeramente reprobatorio, esbozando una sonrisa leve dirán: este güey. Y que encuentran en los nuevos tiempos el resultado de una generación de mujeres escandalosas que ahora se indignan cuando antes, por cosas más graves ni se quejaban.
Su compromiso con las mujeres no es más que un discurso vacío. Quieren nuestra simpatía, nuestra confianza y nuestros votos, que no se nos olvide quiénes son ellos.
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