Para festejar a nuestros hombres pondría en esta canasta: una maquinita de toques que mediría la intensidad en hombría, entre más aguanten, más hombres son, porque todo mundo sabe que los hombres no lloran. Aguanta poco wataje, es una nena; aguanta el nivel máximo, macho pecho peludo y calado.
Regalaría también una alcancía de cochinito, para que vayan ahorrando porque su deber es ser el sostén económico de su casa, pobre de aquel que pierda el trabajo en la década de sus cincuenta, o que tenga una esposa que gane más (la sociedad no ha decidido qué puede ser peor), su misión en la vida será cuestionada.
No pueden faltar unos guantes de box, todo macho que se respete debe saber pelear y estar listo en cualquier momento para ponerse a los golpes, especialmente si alguien ofende a su pareja, lo mal mira en un restaurante o lo rebasa en la calle. Solía decirse que el hombre era feo, fuerte y formal, pero los hábitos de consumo han cambiado, lo de feo no funciona bien en Instagram, así que le agregaremos algunas cremas para el rostro (no más que las que usa su pareja), navaja para afeitar, gel de pelo, desodorante, eso sí, todas vendrán en un masculinísimo empaque negro, no vaya a ser que algo de esto le resulte demasiado afeminado.
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