El país fue a examen, y sacamos 31, de 100 puntos posibles. O sea, ni de panzazo pasamos. Se trata del Índice de Percepción de Corrupción, hecho por Transparencia Mexicana y Transparencia Internacional, en él participan analistas de riesgo financiero, personas de la academia y del mundo de los negocios. Estamos en el lugar 126 de 180. Nos fue tan bien como a Bolivia, Laos y Uzbekistan. De los países de la OCDE, somos el peor evaluado, del G20 solo nos gana la hermana república de Rusia. Pero saben qué, antes estábamos peor. No es broma. Estábamos en lugar 28, mejoramos en el 2019 y 2020 y luego ya nos quedamos ahí. El análisis habla de falta de sentencias firmas en los grandes casos de corrupción, y poca recuperación del dinero. Pero seamos honestos la corrupción que más nos afecta a ustedes y a mí no es Odebrecht, es el policía que nada más quiere ver qué saca, la alcaldía que tiene más trámites que opciones para pedir un café de diseño, y cuando te atoran, te ofrecen sacarte del problema como una lana. Eso, los trámites pequeños para tener una empresa, para vivir, son los que conforman la corrupción que terminan por joder y encarecer nuestra vida.
Y es que cuando alguien es corrupto se las ingenia para serlo, no importa donde lo pongas. Hasta en el zoológico. ¡Qué tal con el zoológico de Chilpancingo! Ahí andábamos todos con el Jesús en la boca porque habían desaparecido cuatro watusis y una cebra. Los watusis son estos animales:
No es como que nos digan, desapareció un perico. Y ahí estábamos todos preguntándonos quiénes eran los responsables.
Luego luego echándole la culpa a estos cuates. Skipper N, Chilly Willy N, Copito N. Una vez que te fugas de un zoológico, eres para siempre la fuga zoológicos, y resulta que no, que no se fueron solos, que no se escaparon, que no estaban escondidos detrás de un poste, que el director del zoológico estaba haciendo negocios con los animales. Las cabras las hizo carnitas, los watusis los cambió por un microondas que le facturaron en 45,000 pesos.
Cuando las cosas van mal para las personas, el eslabón más débil son los animales.