En la editorial de Pamela Cerdeira en De Pisa y Corre el tema de hoy es el caso de Kamel Nacif. Acompaña a Pamela Cerdeira de lunes a viernes en DPC por Imagen Televisión a las 8 am junto a Hiram Hurtado.
Esta es la famosa llamada que le ganó al exgobernador de Puebla, Mario Marín, el mote del Gober precioso. La llamada es entre el gobernador y Kamel Nacif, conocido también como el rey de la mezclilla.
La valentía de Lydia Cacho
La historia vuelve a ser tema porque ayer, Lydia Cacho, la periodista que dio a conocer a través de su libro, los Demonios del Edén, una red en Quintana Roo que protegía a pederastas, dio a conocer que Kamel Nacif fue detenido en Líbano.
Sobre Kamel Nacif, explica Lydia, tratante de menores, prostitución, lavado de dinero y fue quien orquestó su tortura. Después de la denuncia de Lydia, ella fue detenida en Puebla hace 15 años, Kamel Nacif, quien era amigo de Jean Succar Kuri, señalado como cabeza de esta red y con los favores del gober precioso, se organizó la de detención en la que hubo torturas e intimidación.
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Jean Zuccar Kuri tenía una sentencia de 112 años de prisión, pero hace poco revocaron su sentencia y los magistrados dijeron que se tenía que emitir una nueva resolución.
Sí, otra resolución para ese sujeto. Hace poco el exgobernador de Puebla fue detenido en Guerrero, y ahora el que faltaba, Kamel Nacif. ¡15 años después! Mucho tiempo para un país que promete justicia pronta y expedita.
Otro de nuestros males
El caso de Lydia Cacho pone el dedo sobre otro de nuestros males: la trata de personas y entre esta, la de menores de edad para prostitución y pornografía. Porque somos, vergonzosamente, el primer país en producción de pornografía infantil. Cuatro de cada 10 delitos sexuales son contra menores de edad. Piensen en eso mientras recuerdan el caso del diputado Saúl Huerta. Y ¿Qué otra cosa explica nuestros altos números, si no la complicidad con personas el poder? Lo que le paso a Lydia Cacho por exhibir esto, es el ejemplo perfecto de por qué la delincuencia triunfa.
Y esto nos pone sobre la mesa otra lección que en estos tiempos es vital. La importancia del periodismo para un país. Si no fuera por el periodismo, y en este caso la valentía de Lydia Cacho, las historias de esas niñas y adolescentes habrían quedado en el limbo de quien se sabe víctima pero incapaz de denunciar, atrapadas por tipos poderosos capaces de taparse no importa que tan atroz sea lo que hacen. El periodismo no está para quedar bien, mucho menos con las autoridades. Tiene que ser la voz de la gente, poner el foco en las historias que importan, las de ustedes, las que se topan con pared porque el sistema está construido para ello. Y tiene que ser incómodo, porque si no lo es, no es periodismo, es propaganda. Y créanme, no nos conviene.
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